¿Quieres que tu empresa crezca o prefieres que siempre se quede pequeña?

Imagen tomada de la revista Contribuye de la DGII

SANTO DOMINGO. La complejidad del sistema tributario y las diferentes tasas de impuestos a las que se tienen que enfrentar los pequeños negocios en la República Dominicana hacen que muchas de esas micro empresas quieran permanecer en la informalidad.

Sin embargo, quedarse en la informalidad es una opción, que si bien es cierto les permite ofrecer productos y servicios más económicos porque no tienen que cargarle a sus precios el 18% del Impuesto sobre la Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS), ni  tienen que pagar impuesto sobre la renta, no es menos verídico que con esa decisión se están incentivando, sin saberlo, para quedarse pequeños todo el tiempo. Y no creo que ése sea el deseo de ningún emprendedor.

Los negocios informales tienen limitaciones para el crecimiento. Una de esas limitaciones es que las empresas grandes y formales prefieren hacer transacciones con entidades que estén debidamente constituidas.

En tal sentido, aunque el sistema tributario dominicano conserve sus complejidades, las cuales se esperan disminuir con el llamado pacto fiscal que se ordena en la Estrategia Nacional de Desarrollo (END), es preferible que todo emprendedor o dueño de un pequeño negocio que tenga aspiraciones de crecer se formalice.

Actualmente la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) está llevando a cabo un Régimen Simplificado de Tributación (RST) para “ponérsela fácil” a muchos emprendedores y micro empresarios para que se formalicen y empiecen a trillar el camino hacia el crecimiento.

Los pequeños empresarios que no quieren formalizar sus negocios por el temor a los impuestos, deben entender que si quieren crecer, y algún día, inclusive, hasta poder exportar sus productos y servicios, obligatoriamente tienen que hacerlo.

Deben tener presente que no existe ninguna empresa grande informal y que si alguna existiera, entonces opera en la clandestinidad sin poder exhibirse abiertamente y con el temor de un día ser descubierta por la administración fiscal, la cual le haría pagar por los delitos cometidos contra el fisco.